La maquinaria industrial constituye un sector de la producción que avanza al ritmo que marca la innovación tecnológica. En este sentido, el lanzamiento de las impresoras 3D se ha convertido en un estímulo que ya forma parte del proceder habitual de diversas empresas.
Una impresora 3D es un tipo de máquina que permite crear piezas volumétricas basadas en diseños realizados por ordenador. Esta revolución en el ámbito de la producción se había producido, primeramente, en sectores como el diseño industrial, la matricería o la arquitectura. Sin embargo, en los últimos tiempos, se ha consolidado también en las ramas farmacéutica, automotriz, biomédica, aeroespacial y de los electrodomésticos. De hecho, la utilidad de este avance es susceptible de ser aprovechada en sectores como la maquinaria de demolición y los recambios de maquinaria.
Esta tecnología facilita la solidificación y formación de objetos mediante la compactación de polvos o la adición de polímeros, capa por capa. De esta manera, no se precisan montajes ni soldaduras.
Sin duda, este sistema pone a disposición de las empresas una mayor facilidad de fabricación. Aumenta, además, la calidad de los productos y se produce un ahorro sustancial en tiempo y costes.
Esta invención proviene de la evolución de las primeras impresoras 3D, las cuales empezaron a ponerse a la venta en 1992. Las actuales impresoras 3D de tinta y láser ya han servido para poner en circulación prótesis médicas, riñones funcionales, drones y vasos sanguíneos.
En España, existen empresas que luchan por no quedarse atrás en el aprovechamiento de esta innovación tecnológica. Es el caso de la firma asturiana Prodintec, la cual ha podido fabricar, durante su década de actividad, más 3.000 piezas industriales con este método. Ahora también dispone de tienda online para comercializarlas.
En definitiva, la impresión 3D constituye un avance que mejorará, sin duda, la calidad de vida de los particulares.