Los gadgets innovadores han promovido el avance de la humanidad a lo largo de la historia. No hace falta ya mencionar los grandes logros de la maquinaria industrial, pero sí de aquellos pequeños artilugios que se han utilizado durante un periodo de tiempo y que han resultado imprescindibles para los contemporáneos. La innovación tecnológica lleva practicándose desde los inicios de la humanidad.
En la Antigua Mesopotamia tenían que ingeniárselas para escribir sin papel (no existía). Para ello utilizaban tablillas en las que incluían caracteres y, para la firma final, los más ricos fabricaban sus sellos con piedras preciosas u oro, mientras que para el resto se hacían en piedra o metal.
También la nobleza de la Edad Media se las tuvo que ingeniar para llevar su sello consigo. Lo que pensaron (y pusieron en práctica) fue el anillo – sello, un wearable, término utilizado en la actualidad, que cumplía su función a la perfección. El reloj de bolsillo y la pluma estilográfica fueron otros dos avances significativos que mejoraron la rutina diaria de las personas; grandes gadgets sin los que hoy en día el mundo no sería como es.
El sector del espionaje es el perfecto ejemplo de innovación aplicada al trabajo: desde micrófonos y cámaras ocultas en objetos insospechados hasta a objetos que parecen una cosa pero en realidad son otra. En los últimos años, sin embargo, hay un gadget protagonista: el teléfono móvil. Desde aquellos de los 80 que había que llevar con una maleta para la batería hasta los smartphones de última generación (ordenadores de bolsillo prácticamente) su evolución resulta más que destacable.
Hoy la innovación tecnológica también se centra en el consumo responsable, en la creación de recambios de maquinaria sostenibles, y en que la maquinaria de demolición sea mucho más eficiente y respetuosa con el medio ambiente. Las últimas tendencias así lo demuestran.
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