Que el capital humano es el único recurso inimitable y diferenciador de una empresa es algo que no escapa a ningún directivo con objetivos estratégicos claros y visión de futuro. Los enlaces que se crean dentro de los grupos son los que hacen que dicha maquinaria alcance los más altos índices de eficacia y efectividad. Prueba de ello es que cada vez más empresas, con una clara apuesta por la innovación, usan técnicas para potenciar la motivación individual basadas en team building que, a su vez, fomentan y refuerzan el trabajo en equipo.
La base teórica que sustenta la argumentación hunde sus raíces en las teorías de Maslow y Herzberg. Por una parte, se consigue aumentar la sociabilidad de cada individuo permitiendo que, satisfecha esta necesidad, el trabajador ascienda en la pirámide buscando el reconocimiento y la autorrealización en su trabajo, lo que aumenta proporcional y directamente su productividad. Por otra parte, la sensación de pertenencia a un equipo permite reducir la sensación de insatisfacción en el puesto de trabajo y aumentar la satisfacción y lealtad con factores motivadores.
A nivel de grupo, estas actividades lúdicas consiguen reforzar las relaciones entre los diferentes miembros del equipo, permitiendo que, de forma natural y con la diversión como catalizador, cada uno de ellos identifique en los demás sus puntos fuertes y débiles, apareciendo además un liderazgo de facto según la categoría de los objetivos a cumplir. Los lazos emocionales y vínculos afectivos que se crean consiguen un efecto lubricante en el trabajo que luego realizan en el día a día de la organización y que necesita de la sinergia y alineación común con los objetivos.
La tipología y tecnología que se use en las diferentes actividades es indiferente. Lo que disparará la motivación será crear una metodología de la actividad que permita a los trabajadores divertirse y fortalecer sus relaciones para fomentar el trabajo en equipo.
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