Atrás quedaron las organizaciones jerárquicas. La actualidad exige estructuras más planas donde la forma de trabajo sea menos individualista y más cooperativa que nunca. La innovación en gestión de proyectos emplea novedosas metodologías de trabajo en equipo que pueden ser aplicadas a todo nivel.
En el trabajo en equipo debe existir una armonía entre las funciones que realizan los integrantes. Para ello, es básico que las responsabilidades sean compartidas y que haya coordinación de las actividades. Además, es clave la planificación con objetivos comunes y conocidos por todos; entender y sentir como propios los objetivos de la empresa es algo que ayuda mucho al desarrollo del día a día del equipo.
En un equipo, cada miembro cumple un rol, pero sin perder la noción de conjunto y sintiendo que forma parte de algo común. Estas personas deben cumplir con algunas características:
– Apertura para establecer relaciones positivas con los demás miembros.
– Personas sin miedo a la crítica y con ganas de superarse.
– Lealtad a sí mismos y al equipo y alto grado de responsabilidad.
– Son individuos proactivos.
En este grupo, el papel del líder debe favorecer la creación de un ambiente donde reine la confianza, la organización y la cooperación. Será el responsable de hacer que cada uno conozca las funciones, rol y fortalezas de cada miembro. Es el encargado de la asignación de tareas individuales y de asegurar el cumplimiento de las «reglas» (puntualidad, objetivos, etc.).
Por otro lado, para mantener la motivación en el equipo, es necesario saber escuchar y respetar a todos los miembros, tanto en sus opiniones como retos individuales; felicitar y premiar y saber encontrar el momento privado para criticar. También se recomienda rotar las responsabilidades y hacer un seguimiento continuo de las actividades. Existen herramientas de tecnología para aumentar la eficacia.
La maquinaria humana es y seguirá siendo lo más importante en una organización.
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