El futuro está más presente que nunca. La innovación tecnológica avanza a pasos agigantados y está permitiendo implantar en la sociedad actual “know-how” que hace años solo estaban inmersos en la ciencia ficción. Es el ejemplo de la incursión en el mundo industrial de la impresora en 3D, que permite a las fábricas autoabastecerse de sus propias piezas de maquinaria industrial.
La impresión en 3D permite crear objetos desde cero superponiendo capas del material del que se quiera fabricar la pieza. Las posibilidades son enormes: objetos de madera (muebles), de metal (placas), papel, cemento, plástico, etc.
Entre las ventajas que supone utilizar este tipo de innovación tecnológica destacan:
– La reducción en los costes de producción y mejorar la eficiencia de los procesos, ya que no se depende de un proveedor externo y sus plazos de entrega.
– Agilización y rapidez en el transcurso de la manufacturación o fabricación de recambios de maquinaria.
– Posibilidad de ser más competitivos en el mercado e incluso vender piezas personalizadas, hecho que permite rentabilizar la inversión aportada.
En algunos casos, la “tinta” de la impresora procede del material de maquinaria de demolición, como es el ejemplo de la compañía Winsun que construyó casas con piezas impresas con 3D.
Firmas tan importantes como Siemens, Local Motors (que está trabajando en la impresión de coches) o instituciones españolas como el Centro Tecnológico Industrial de Extremadura (Cetiex) o la propia NASA ya están incorporando esta pieza de alta tecnología en su producción industrial.
Paulatinamente, cada vez más empresas del mundo de la fabricación industrial se están uniendo a esta tendencia innovadora, ya que han encontrado en la impresora en 3D un filón para abaratar costes, al prescindir de intermediarios externos y ser autosuficientes, ganando de esta manera en competitividad, que es la verdadera clave del éxito.
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