El increíblemente rápido desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC) también está teniendo un espectacular impacto en las fábricas, tanto es así, que podemos afirmar que nos encontramos frente a la cuarta Revolución Industrial, la Industria 4.0. Aunque aún son muy pocas, ya existen las fábricas inteligentes. Éstas hacen uso de la digitalización y la conexión a través de internet para crear una producción más adaptada a la empresa y al consumidor.
Automatizar las tareas más arriesgadas como las de la maquinaria de demolición; dotar de sensorización a las máquinas para aumentar la información que percibimos del exterior; y el análisis de todos estos datos a través del Big Data podrían ser, en resumen, las características de las nuevas industrias.
Para el negocio supone una maquinaria industrial que proporciona comodidad al personal al ocuparse de las tareas repetitivas; mientras que para el usuario surge la posibilidad de personalizar a medida el producto. Por ejemplo, la conocida marca Nike ya permite a sus clientes elegir la textura, el tipo de tejido o el color de sus zapatillas. Además, este tipo de fábricas también se caracterizan por ser más eficientes con el medio ambiente, un beneficio para el conjunto de la sociedad.
Este cambio se considera revolucionario porque mejoraría notablemente el proceso de fabricación. Con las nuevas tecnologías mencionadas sería posible, por ejemplo, testar una idea de forma mucho más precisa y realista, o detectar posibles problemas como la necesidad de un recambio de maquinaria. Incluso a nivel global cambiaría el flujo económico: las empresas deslocalizadas volverían a Europa gracias a este aumento cualitativo en la industria.
Sin duda, esta forma de producir será clave para ser competentes en el futuro. Es una oportunidad económica que conviene aprovechar porque, aunque Alemania y EE UU son los punteros, lo cierto es que ningún país domina aún en este campo de innovación tecnológica.