En los tiempos actuales se están produciendo cambios en la economía, en los mercados y en los hábitos consumistas. Se trata de momentos cruciales en los cuales la dinámica emprendedora debe dar un giro optimista a la línea tradicional. Ahora surge la oportunidad de conseguir el éxito si se abandona la inmovilidad y se opta por el cambio y la innovación, que puede ser en el equipo o la maquinaria.
La innovación afecta no solo a la tecnología sino también a las distintas áreas de la empresa. Ha de estar basada en el estudio del mercado actual globalizado, en las nuevas tendencias y en los nuevos rumbos de las distintas sociedades a nivel internacional.
El Diccionario de la RAE define innovación como la “creación o modificación de un producto, y su introducción en un mercado”. Esta definición hace referencia a la aplicación de un proyecto gracias al cual se generan productos, procesos o servicios nuevos o mejorados con el fin de obtener mayores beneficios empresariales y comerciales. En algunos casos, la innovación consiste en cambiar la maquinaria o el equipo de producción.
Existen tres tipos de innovación. Atendiendo al grado de innovación podemos hablar de la incremental –pequeños cambios que no modifican la utilidad del producto- y la radical. Si se tiene en cuenta la naturaleza de la innovación, esta puede ser tecnológica, comercial u organizativa. Conforme a la aplicación, la clasificación la divide en innovación de producto o servicio y en innovación de proceso.
Los efectos de la innovación resultan beneficiosos para todas las áreas empresariales: producción, organización, planificación, recursos humanos, etc. Para dar la difusión conveniente, las nuevas tecnologías, la informática y las redes sociales ofrecen un campo inagotable.
Como conclusión se puede afirmar que la innovación constituye el impulso y el trampolín para que las empresas consigan el progreso y la expansión necesarios en un mundo globalizado y cambiante.