Conocer la actividad, las instalaciones, la maquinaria industrial -por ejemplo, la maquinaria de demolición o los recambios de maquinaria-, la tecnología empleada o los diferentes procesos de fabricación. Este es el objetivo del denominado turismo industrial, un tipo de visitas que busca posicionar al viajero en el día a día de una determinada industria.
De este modo, el visitante obtiene información de primera mano sobre el funcionamiento y gestión de una empresa. La trascendencia de este tipo de turismo motivó que, en 2011, la Comisión Europea organizase el Día Europeo del Turismo, que en su cuarta edición se focalizó en la herencia industrial europea como un modo de diversificar el sector a escala continental. En este sentido, desde el sector se valora ya al turismo industrial como un área con beneficios empresariales. Entre ellos, destacan:
-Combatir la pérdida de empleos
-Fomentar la confianza del consumidor mediante la apertura de instalaciones fabriles al público
–En consecuencia, mejorar la imagen de las marcas
-El impulso económico de un determinado territorio, pues la atracción de visitantes busca redundar en otros sectores como el comercio o la hostelería
-La aproximación de distintos campos de trabajo a la sociedad, que puede conocer desde el sector alimentario al de innovación tecnológica
-Convertir la seriedad asociada a la industria en una experiencia que el visitante puede vivir in situ, acercándose de este modo a las empresas anfitrionas de cada visita
En definitiva, se trata de un tipo de turismo dirigido a un visitante ávido de descubrir nuevas realidades, sean estas líneas de producción, talleres o centros artesanales, por ejemplo. Más allá de estudiantes, estas visitas -que puede ofrecer cualquier empresa con independencia de su tamaño o sector- están abiertas a un público amplio. Mediante ellas, no solo se exponen las ubicaciones o herramientas de una firma, sino que el visitante puede recorrer la historia de un producto y de su productor.